OSCAR GONZALEZ ORO SE FUE DEL PAIS
Acaba de armar el estudio desde donde, a partir del próximo lunes, conducirÔ Tarde Pero Temprano, su programa de Radio Rivadavia. Y estÔ feliz. Después de casi cinco meses cumpliendo estrictamente con el aislamiento social obligatorio dispuesto por el gobierno argentino, Oscar GonzÔlez Oro decidió radicarse en Uruguay. Y, después de realizar todos los trÔmites correspondientes, en la tarde del viernes se instaló en su casa de Punta del Este.
“Fue una decisión que me costó tomar, pero estoy contento de estar acĆ”. Ya probĆ© mi nuevo estudio saliendo al aire con Nelson Castro y se escucha bien. AsĆ que no voy a tener ningĆŗn problema”, aseguró el Negro en diĆ”logo con Teleshow.
—¿QuĆ© lo motivó a irse del paĆs?
—Que me hartĆ© de estar encerrado en mi departamento, sin poder poder salir, sin poder ir a visitar a un amigo, sin poder llevar a alguien a comer a casa… AdemĆ”s que extraƱo mucho a mis hijos, AgustĆn y Pablo, que uno vive en Madrid y el otro en Londres. Y, estando en Buenos Aires, no podĆa viajar a verlos.
—¿CuĆ”les fueron los trĆ”mites que tuvo que hacer?
—Primero hablĆ© con la cónsul general, que es un sol, y le preguntĆ© cómo tenĆa que hacer para obtener la residencia. Ella me dijo: “HacĆ© tal cosa, hacĆ© tal otra, certificĆ” esto y lo demĆ”s”. Y en un mes, mĆ”s o menos, me salió. Ya me entregaron una cĆ©dula provisoria y, ahora, me van a entregar la definitiva.
—¿Eso significa que ya puede viajar?
—Claro: con este documento, desde Montevideo, puedo viajar una semana a Europa a visitar a mis hijos, a los que hace un aƱo que no veo. Yo nunca pasĆ© tanto tiempo sin estar con ellos. Y esa fue la razón mĆ”s importante por la que decidĆ venirme a Uruguay. Aparte, a mĆ me gusta mucho este paĆs.
—¿Lo recibieron bien?
—LleguĆ© hace un rato y todos me dijeron “Bienvenido”, “quĆ© bueno que estĆ© acĆ””, “quĆ© bueno que nos haya elegido”… Y no hablo del personal de relaciones pĆŗblicas, sino de la gente de migraciones y de aduana, que estĆ”n cansados de recibir gente pero se encargan de que te sientas bien recibido. Eso me hizo sentir muy bien. Y debo reconocer que hasta me emocionĆ©. DespuĆ©s, cuando salĆ del aeropuerto y venĆa camino a casa, no podĆa creer lo que veĆa…
—¿QuĆ©?
—Negocios abiertos, un par de restaurantes funcionando en La Barra… Yo tengo varios amigos que estĆ”n viviendo acĆ”. De hecho, acabo de hablar con Susana GimĆ©nez y ya arreglamos para juntarnos.
—¿Usted tambiĆ©n va tener que cumplir con unos dĆas de aislamiento como tuvo que hacer ella?
—Yo me hice el hisopado, obviamente, para poder venir. En realidad me hice dos, porque el primero se me venció y el miĆ©rcoles me hice otro que duraba hasta hoy. Y estoy fantĆ”stico. Tengo que hacer siete dĆas de cuarentena, que no me cuestan nada porque hago mi programa desde casa. Y despuĆ©s tengo un papel que dice que soy residente uruguayo y lo tengo que llevar siempre encima, por si alguien me pide alguna explicación. Pero no hay controles en la calle ni nada por el estilo.
—En realidad, allĆ” se apela a la responsabilidad de los ciudadanos…
—Y la gente es muy responsable. ReciĆ©n le dije a un colaborador que tenĆamos que ir al supermercado y me respondió que no podĆamos ir dos, que tenĆa que ir uno solo. AsĆ que le hice una lista para que fuera Ć©l a hacer las compras. Yo la quiero pasar bien. No soy un niƱo, ni un adolescente, ni un hombre joven: soy un tipo mayor. Soy de riesgo. Amo mi paĆs y tengo siete generaciones de argentinos sobre mis hombros. Pero acĆ” respiro una libertad que en Buenos Aires no siento. Y no me vine por ninguna otra razón que no sea la que te expliquĆ©: no me persiguieron, no me censuraron ni me pasó nada. Que no estoy demasiado conforme, es verdad. Pero no me vine enojado ni escapĆ”ndome de nada.